La huella hídrica es el agua que se consume para generar los recursos y servicios que consumimos. Una pequeña parte pasa a través del contador de agua de nuestro domicilio: me refiero al agua consumida para ducharnos, hacer los platos, regar las plantas o tirar la cadena. Aquí el ahorro es importante porque afecta directamente a la factura que pagamos, y puede variar mucho puesto que la tarificación castiga el consumo excesivo, mediante un precio por m3 que se dispara según saltamos de un tramo de consumo al siguiente.
Resulta que el consumo doméstico por habitante se mueve entre 120 y 200 l/dia. Incluye el consumo de agua para aseo, cocinar, riego, limpieza. Mi contador se dispara a 164 l/d por persona, pero solo eso.
Sin embargo, el consumo real de recursos hídricos por habitante es muy superior: 6700 l/d en España. Porque aquí se cuenta cuánta agua se consume para extraer el petróleo y producir la gasolina que consumimos, o el gas natural de la calefacción, o para manufacturar los bienes de consumo que adquirimos. Y también para producir los alimentos que consumimos. ¡Sorpresa! La alimentación es la que se lleva la palma. Veamos algunos ejemplos expresados en l/Kg:
- de origen vegetal: tomate 214, melocotón 910, pan 1608, pasta 1849, arroz 2497.
- de origen animal: queso 3178, huevos 3300.
- carnes: pollo 4325, cerdo 5988, oveja 10412, ternera 15415.
Usando la calculadora de huella ecológica de la Generalitat de Catalunya, se obtiene un consumo doméstico moderado de 120 l/d, o exagerado de 200 l/d al duplicar el tiempo de ducha, no apagar el grifo mientras nos cepillamos los dientes, etc. Pero si sumo los alimentos tomados en las diversas comidas diarias, el consumo total asciende a 3640 l/d. Mi huella hídrica salta de 164 a 3640. ¡22 veces más!
La diferencia entre la alimentación vegetariana y omnívora es muy grande en términos de huella hídrica. Mis 3640 l/d saltarían a 8562 l/d al incluir ternera para comer y pollo para cenar.
De toda el agua terráquea, solo el 2.5% es agua dulce. De toda el agua dulce, solo el 1.2% es superficial (ríos, atmósfera, permafrost, etc). Del agua superficial, solo una parte es aprovechable por ser salubre y accesible. Del agua aprovechada, el 70% se la lleva la agricultura, y evidentemente no es lo mismo producir un vegetal para comerlo, que producirlo para alimentar una vaca durante 3 años para consumir su leche procesada, o su carne. Es cuestión de sostenibilidad. Sí, me dirás que de ética también, pero hoy nos centramos en reflexionar sobre lo que es sostenible.
Este vídeo de 5′ de la UNESCO te lo va a dejar bien claro:
Así que, si aún consumes carne, plantéate que ahorrarás muchísimos más recursos hídricos renunciando a algunos de tus platos de carne, que no dejando de lavarte cuerpo, manos, dientes, platos y ropa durante varios años: (8562-3640)/164 = ¡30 años de no consumir agua en casa por 1 año de cambiar tu dieta!
No lo hagas de golpe, pero sí haz algunos cambios en tu dieta, y aunque la factura de agua de tu casa sea la misma, tu huella ecológica y en particular tu huella hídrica serán mucho menores.
Si el inglés no es problema, échale una ojeada también a la calculadora de waterfootprint.org. Te dará ideas para reducir tu consumo de agua doméstico, por ejemplo:
- Un baño diario (bañera pequeña) te supone consumir 32 m3/a, una ducha de 5′ supone 26 m3/a y la misma usando cabezal reductor gasta 13 m3/a.
- Usar cisterna con ahorro de agua te permite pasar de 20 a 13 m3/a.
- Apagar el agua mientras te enjabonas o cepillas los dientes es un buen ahorro.
- Para lavar los platos lavados con lavavajillas eficiente una sola vez al día gastas 12 m3/a. Lavarlos a mano tres veces al día enjuagándolos durante 8′ supone 104 m3/a. ¡Un disparate para el bolsillo!
- Regar nuestra terraza 3 veces de 10′ por semana son solo 12 m3/a. ¡Creía que sería mucho más!
- Y si tienes niños y usas una de esas piscinas hinchables de 0.4 m3 llenada hasta la mitad, renovando 10 veces por verano el agua, son 3 m3/a. Nada que ver con el gasto de las piscinas particulares.
El gran impacto se produce con la llamada agua invisible, la que no ves pero que es necesaria para producir lo que compras: los bienes de consumo y la alimentación. Aquí es donde realmente se dispara la huella hídrica. A más poder adquisitivo gastado en compras (no en servicios) y más occidentalizada la comida, mucho mayor consumo invisible de agua.
Espero que esas ideas, algunas con impacto en la factura, y las más importantes con impacto real en la huella hídrica, te sean útiles para plantearte algún cambio de hábitos. Márcate un reto, un challenge como se suele decir en las redes sociales, propónselo también a alguien de tu círculo próximo para estar más motivado, ¡y adelante! A ver quien lo consigue antes … ¡para luego marcarse el siguiente reto!
Si crees que tu reto puede ser inspirador, cuéntanoslo, deja tu testimonio.